La historia de las bebidas energéticas
Si analizamos la historia de esta clase de bebidas podemos decir que el padre de todas ellas es la famosa marca Gatorade, creada en 1960 específicamente para los Gators de la Universidad de Florida y cuya historia se analiza en el libro “First on thirst”.
Esta primera versión era extremadamente básica en su composición, mezclando de manera casera agua, sal, azúcar y un poco de limón para darle sabor.
Este tipo de bebida no tardó en llamar la atención de las grandes
multinacionales que vieron la mina de oro en la que podría convertirse
si explotaban bien su potencial mediático.
Hoy en día el sector ha evolucionado exponencialmente entrando en el
tablero de juego multinacionales como Pepsi, CocaCola o incluso
farmacéuticas como GSK (Lucozade), que añaden todo tipo de ingredientes con un muy dudoso respaldo científico tan solo para diferenciarse unos de otros.
Los deportistas que las toman en realidad seleccionan una bebida u otra sin ni siquiera pensar en su composición,
tan solo en su sabor o incluso en su color, de manera que aquella marca
que consigue el mejor sabor, y el color más llamativo es la que mejores
ventas obtiene.
El estudio
Si nos detenemos en revisar el reportaje en su totalidad, la principal
idea que nos deja es que, en la inmensa mayoría de los casos, incluso
entre deportistas profesionales, el mejor indicador de la falta de
hidratación y, por tanto, avisador de que debemos hidratarnos es la sed,
y el mejor remedio el agua.
En este reportaje incluso se llega a decir que “La verdad en todo este
asunto es: bebe cuando tengas sed y no te gastes el dinero en bebidas
energéticas/deportivas. Elige agua en su lugar”, algo tan simple como el
agua, sin necesidad de nada más y que todo el mundo debería tener en cuenta siempre.
Estas compañías desde sus comienzos han intentado jugar con la, según
ellos, relatividad de la sed, intentando quitarle importancia para, de
esta manera, aumentar su consumo y volvernos dependientes al considerar que sin ellas nuestro rendimiento disminuirá.
Hay que tener bien claro que las bebidas deportivas no son más que agua al que se le ha añadido sabor,
carbohidratos (normalmente azúcar) y sodio y potasio. Minerales sobre
los que se basa toda su estrategia global y a los que les encanta
referirse como “electrolitos”.
La cruda realidad
Entonces, ¿cómo es que estas bebidas parecen ser la panacea del rendimiento deportivo?
Tal y como dice el British Medical Journal, “Los fabricantes de este
tipo de bebidas invierten una gran cantidad de dinero en estudios de
dudoso rigor científico para tratar de desacreditar la sed como
indicador veraz de la falta de hidratación, y al agua corriente como el
mejor método para combatirlo”.
Además, indican que en los escasos estudios que obtienen mejores
resultados que con el agua en deportes y en condiciones muy específicas,
olvidan este detalle y generalizan a todo tipo de deportista independientemente de que sea profesional o amateur, o la naturaleza del deporte que practique.
Dentro del reportaje citan algunos comentarios de médicos e
investigadores en materia de rendimiento atlético que no podemos pasar
por alto. El Dr. Francis Wang, fisiólogo del
departamento de rendimiento atlético de Harvard dijo “Aquellos
deportistas que suelen padecer calambres musculares posiblemente sea
mejor una bebida rica en electrolitos. En el resto el mejor indicador es la sed, y el mejor remedio el agua”.
La Dra. Claire McArthy, profesora de pediatría en la facultad de medicina de Harvard resulta tajante al decir simplemente “Los niños no necesitan bebidas deportivas en ningún caso”,
mientras que Tim Noakes, profesor de fisiología del ejercicio en la
Universidad de Ciudad del Cabo, hace una reflexión bastante interesante
“Si los corredores amateurs evitaran este tipo de bebidas adelgazarían y
podrían correr más rápido y más tiempo”.
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